LA EPIDEMIA

Si cuando manejamos un carro, pensáramos en la responsabilidad que ello implica, las cosas serían bien distintas. Si en sano juicio y en uso de todas nuestras facultades a veces no lo podemos controlar, ni hablar cuando nos hemos tomado unas copas o estamos borrachos.

Un automóvil, además de prestarnos un servicio y representar confort, elegancia y estatus, se convierte en un arma mortal cuando con “un traguito” somos imprudentes, alcanzamos altas velocidades, no cumplimos las normas de tránsito y como si fuera poco, causamos daños irreparables como la muerte de un ser humano.

No sé si en Colombia últimamente han aumentado los accidentes por los conductores imprudentes o es que son más visibles para los medios de comunicación. Lo único cierto es que los casos se han multiplicado. Parece que hubiera una epidemia que se viene propagando por todo el país.

Una persona borracha que “asesine” con su carro, merece cadena perpetua sin derecho a apelación ni a rebaja de pena. Y aquella que cause lesiones de cualquier tipo, la suspensión de la licencia de conducir de por vida, el decomiso del vehículo y una multa tan alta que tenga que empeñar todos su bienes.

Es hora de revisar qué está pasando. Es urgente realizar campañas que concienticen a la ciudadanía de las consecuencias que tiene manejar alicorada. Los ejemplos son muchos y con solo mostrar las imágenes de un accidente, se sensibilizaría un poco más . En eso deben estar unidos el Gobierno, las secretarías de tránsito, las aseguradoras, la policía vial, el Fondo Vial Nacional, las fábricas productoras de vehículos y los concesionarios. Es hora actuar antes que de esta epidemia nos aniquile.

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